Usted ya tendrá el oído acostumbrado a escuchar al Presidente Alberto Fernández pidiendo y rogando a los argentinos que nos quedemos en casa.
Con argumentos médicos, infectólogos, terapistas y cuanto profesional de la salud que se consulte repite el consejo y con tono imperativo: quedate en tu casa porque es la forma de evitar la propagación del coronavirus.
La economía de la salud tiene, aunque la misma sugerencia, otros argumentos potentes para sostener que lo mejor que se puede hacer en este momento es quedarse quieto.
El temor del Gobierno y los sanitaristas se concentra en un punto: la deficiencia en la atención de los infectados.
Hasta el miércoles 25 de marzo había en la Argentina 387 contagiados, se habían dado de alta 52 pacientes y habían fallecido 8 personas.
Hasta este miércoles el sistema de salud nacional pudo atender a todos los pacientes a la vez que avanzaba en el reequipamiento, un proceso difícil ante la caída de la oferta internacional (todos los países le dan prioridad a su abastecimiento) y, en la Argentina, por las fuertes y atendibles compras del Estado que acapara la oferta.
Con este número de infectados el sistema de salud responde y tiene resto pero el previsible aumento de casos desató una carrera por conseguir respiradores, camas, barbijos y elementos para protección de los profesionales de la salud.
La cantidad de camas del sistema alcanza a 160 mil pero, en esta crisis, la clave está en la cantidad de “camas críticas” que son las que además cuentan con respirador y los elementos de terapia intensiva. ¿Cuántas son las camas críticas que hay en el país?
Hoy las denominadas “camas críticas” son 8.500 y cubren con holgura las necesidades en esta etapa de la crisis pero también indican que el límite no es lejano.
Por eso todos los centros de atención se lanzaron al reequipamiento y los respiradores y los barbijos dieron sorpresas.
El precio de un respirador para terapia intensiva oscila entre US$16.000 y US$25.000. EE.UU. cortó los envíos hacia el exterior y quien produce a nivel internacional, una firma cordobesa, no da abasto para cumplir con el salto de la demanda.
El alcohol en gel pasó a ser un bien escasísimo y los barbijos que hace tres meses costaban $ 2 para los mayoristas y ahora cuestan $ 30 y los denominados N95 que son los de alta precisión que usan los profesionales costaban $300 pero en estos días y, “como mínimo”, más que duplicaron su precio.
Tal vez, con estos datos sobre la mesa se entiende mejor algunos de los motivos por los cuales el indispensable a nivel de toda la sociedad quedarnos en casa. El virus corre mucho más rápido que cualquier posibilidad de respuesta de la acción denodada de los profesionales de la salud.