Muchas pizzerías se vieron obligadas a cerrar definitivamente.
La crisis provocada por la pandemia golpeó duramente a las pizzerías. El impacto del aislamiento social preventivo obligatorio en el mes de marzo, trajo como consecuencia el trágico cierre definitivo de muchas pizzerías con las pérdidas de fuentes de trabajo respectivas. Aquellas que pudieron sobrevivir se vieron reducidas a servicio de delivery, si estaban preparadas o contaban con la infraestructura necesaria o pudieron reestructurarse.
El contexto del mercado nacional durante la pandemia no impidió un fuerte aumento de los costos que tiene asociados una pizzería. Muchos suponen que los costos de una “PIZZA” están asociados solamente a los ingredientes con la que se elabora, dejando de lado todos los costos asociados que el establecimiento debe afrontar. El comercio debe abonar alquiler, sueldos, aportes, ABL, ingresos brutos, luz, gas, seguros del local, de los empleados, de las motos, nafta, fumigación, expensas, limpieza de tanques y campanas de hornos, habilitaciones, ganancias, marquesinas, recolección de basura húmeda y recolección de basura reciclable, entre otros tantos gastos e impuestos que podríamos detallar.
De todas maneras, las pizzerías que pudieron sobrevivir a esa primer etapa lo hicieron paulatinamente con magros ingresos producto del delivery, el take-away alcanzando entre un 15% / 20% de la facturación habitual. Dichos niveles de facturación no alcanzaron en ningún caso para cubrir los gastos. La apertura de veredas y salón permitió alcanzar y superar un 35% de la facturación dependiendo de la ubicación del comercio que con los ATP del gobierno ayudó a muchas pizzerías a no bajar las persianas en forma definitiva aunque sabemos que más de un 10% de las pizzerías de Argentina cerró temporalmente y un 7% lo hizo en forma definitiva.
Hoy el rubro no llegan a un 40 / 50% de la venta normal que tenían antes de comenzar la pandemia. Esta estrepitosa caída de la actividad cambió el escenario de las pizzerías, más notorio en el microcentro porteño, que son las que enfrentan un duro golpe por la poca actividad de oficinas, teatros, turismo y recreación en la zona.
Lorena Fernández, Presidente de APPYCE (Asociación de Propietarios de Pizzerías y Casas de Empanadas de la República Argentina) manifiesta que “En este momento estamos trabajando con un aforo del 30% máximo, con delivery y take-away cumpliendo las restricciones de horario hasta las 2AM. De confirmarse el cierre obligatorio ‘toque de queda’ a las 23 horas las pizzerías verán disminuidas considerablemente las ventas lo que causará una nueva ola de cierres en el sector, situación que podría ser sorteada si el horario de cierre razonablemente fuera entre las 24 y 1 AM”.
APPYCE continúa gestionando con Matías Kulfas, Ministro de Desarrollo Productivo y Paula Español de la Secretaría de Comercio Interior, un tope en las comisiones que abonan las pizzerías y casas de empanadas con las empresas de delivery (Rappi, Pedidos YA) por los envíos a domicilio, ya que el actual es excesivo quedando fuera de realidad y contexto. Desde la entidad aseguran que el incremento de los casos de COVID no son consecuencia de la habilitación de las pizzerías, ya que el sector gastronómico contribuye y fomenta tanto al socio como al comensal el cumplimiento del protocolo de seguridad, normas de higiene, y distanciamiento establecidos tanto por el gobierno nacional como por los gobiernos provinciales.
Lorena Fernández también afirmó que “Las pizzerías no van a poder sobrevivir si nos quitan el beneficio del ATP y contemplar el ART 223 Bis de la Ley de contrato de trabajo. Con ventas que no llegan al 50%, las deudas contenidas y una reducción en el horario de atención, van indefectiblemente a provocar el cierre masivo de numerosas pizzerías, con especial riesgo para las tradicionales e icónicas de la Av. Corrientes donde acostumbrábamos a ver sus salones llenos además de largas colas”.