Bancos de plaza, juegos infantiles, arcos de fútbol, rejas de protección peatonal, los talleres de la Ciudad producen, mantienen y hasta construyen buena parte de la infraestructura urbana que brinda servicios en los espacios verdes y oficinas públicas para los vecinos.
Son las 6 am de una mañana en la Ciudad el termómetro marcó sólo 4 grados centígrados, aún no salió el sol pero en los talleres de la Ciudad ya comenzó la jornada. Un mate caliente humeante antes de arrancar, luego vendrá un incesante ir y venir de hierros, primero separados después juntos, los destellos de la soldadora y las destrezas del herrero se unirán para darles formas definidas, para darles su identidad.
Así, con sonidos de acero, torno y cincel, se crea cada día el mobiliario y la infraestructura urbana de la Ciudad: esos hierros serán los bicicleteros de alguna plaza, las rejas de protección peatonal que acompañan a las vías en su recorrido continuo hacia el horizonte, simples cestos de residuos, de esos grises que habitan cada cuadra, o el banco de la plaza que espera al vecino ávido de una lectura en el parque.
“Lo que hacemos es fabricar los elementos que se necesitan en el espacio público de acuerdo a un relevamiento que realiza cada Comuna”, explica Guido Gabutti, Director General de los Talleres. “Fabricamos desde bancos de plaza, bicicleteros, cestos de residuos, tenemos un amplio catálogo, todo lo hacemos con empleo público de calidad, nuestra especialidad son los trabajos de herrería y carpintería pero además sumamos otras áreas técnicas como refrigeración en la que reparamos aires acondicionados, talleres de obra civil, entre otros”, agrega.
Las primeras horas del día van transcurriendo, los equipos han definido los itinerarios y recorridos, parte del personal operativo sale para realizar instalaciones, salen para vestir con los nuevos ropajes a la Ciudad. Las plazas y algunos vecinos de esta mañana fría serán testigos de las novedades. En el taller lo importante ahora es cargar todo lo indispensable, no olvidar ninguna herramienta o herraje, cada obra tiene plazos definidos, en el aire corre ese vértigo de las partidas, se van unos bancos reparados y unos bicicleteros. Para instalarlos, previamente se realizaron otros trabajos de obra, todo fluye como en un paso a paso.
Todos los oficios
Precisamente, la obra civil es otra especialidad de los talleres dado que el emplazamiento de instalaciones en el espacio público requiere generalmente de una infraestructura que la soporte como por ejemplo plateas de cemento o muros perimetrales. Dentro de este capítulo, también están los especialistas en la reparación de cubiertas (techos), plomería, electricidad, Gabutti cuenta: “Tenemos personal con oficios técnicos definidos y somos un área de auxilio permanente que trabaja con cada Comuna para que los vecinos puedan tener la mejor experiencia posible a la hora de realizar un trámite en una sede de gobierno o en el espacio público”.
Ya es casi mediodía, en el taller de aire acondicionado Enrique cuenta que desde este área salen a buscar los equipos que no funcionan: “En el taller lo primero que hacemos a los equipos que traemos es un lavado completo, luego los desarmamos y hacemos un diagnóstico: las cañería se sueldan, arreglamos las plaquetas electrónicas, todo con mano de obra que hacemos acá”. La mayoría de los equipos proveen la climatización dentro de los espacios donde los vecinos realizan sus trámites.
Haciendo una recorrida por los talleres se encuentran las aulas de capacitación de oficios en las que se dictan clases de manera gratuita y directa a los vecinos. La propuesta, que se adapta a los tiempos de pandemia, depende del Ministerio de Educación porteño y tiene sede en los talleres a través del Centro de Formación Profesional N° 11. Así, este espacio ecléctico y disruptivo de la Ciudad ofrece a los vecinos cursos en todas las especialidades en la que se trabaja entre otros, electricista, instalador y reparador de equipos de climatización, herrero de obra, cerrajería domiciliaria, soldador básico, carpintería, pintura, tornería.
En cuanto a los relojes de la Ciudad los talleres también tienen que ver en su mantenimiento. Existe en el área una división que cuenta con expertos relojeros que realizan el mantenimiento de las reliquias que aún conserva la Ciudad hace más de un siglo. Entre ellas hay tres grandes maquinarias que han permanecido indemnes al tiempo y son íconos de la belleza urbana porteña: el reloj que está en la torre de los ingleses puesto en marcha en 1916; el que se encuentra en el Edificio de la Prensa construido en 1898, y el de la ex jefatura de gobierno, en Bolívar 1, entre otros.
“Detrás de la Ciudad que todos vemos y que disfrutamos cotidianamente, está el trabajo de muchísimas personas. Para que nosotros nos sentemos en un banco de una plaza a tomar mate con un amigo, para que saquemos una bici de una estación, para que los chicos jueguen un partido de fútbol o de básquet en una plaza, hay hombres y mujeres que se levantan bien temprano y se pasan horas en los talleres de la Ciudad dedicándole su esfuerzo y compromiso. Por eso nuestro agradecimiento y por eso también, lo mejor que podemos hacer es cuidar lo que tenemos, contribuir al mantenimiento de la Ciudad que es de todos”, explica Felipe Miguel, Jefe de Gabinete del Gobierno de la Ciudad.
Además de cuidar y mantener esas verdaderas joyas urbanas, los talleres porteños son parte del proceso que permite al sector gastronómico instalar mesas y sillas en el espacio público de manera excepcional, una gestión que se incrementó exponencialmente en la pandemia. Aquí se verifica toda la documentación que les permite a restaurantes, cafés y bares prestar sus servicios de manera cuidada y atendiendo a la situación sanitaria. Al respecto hay que destacar que la oferta gastronómica en la vía pública creció un 54% sumándose 1077 permisos en casi en ocho meses.
Restauradores de la estética
Cristian Ramírez, uno de los herreros, saca pecho orgulloso de la función social que cumple su trabajo, será quizás por eso de reconocer a cada paso por la Ciudad algún elemento que salió del taller: “Lo lindo que tiene esta repartición es que es ciento por ciento operativa, acá no hay baches prácticamente, todos los grupos están realizando alguna tarea de mantenimiento, restauración o de diseño. Comenzamos a las 6 de la mañana preparando los materiales para la fabricación y después nos vamos dividiendo en grupos según las tareas, hay grupos que salen a la vía pública a realizar instalaciones, es como que salimos a restaurar la estética de la Ciudad”.
Cristian acaba de llegar con una de las camionetas que había partido en la mañana, en el taller se aprestan a dar los últimos martillazos, algunas sierras parecen tener un sonido diferente, menos estridente, más cansado. Los muchachos apagan la radio, aunque no se escuche mientras trabajan, su sonido ambiente es parte del ritual. La radio se volverá a encender mañana, un ratito antes de la 6, cuando ya esté listo el mate y comience a fabricarse un nuevo ropaje a la Ciudad.