La propuesta colectiva visual surgió durante la pandemia y es un éxito.
La Legislatura de la Ciudad declaró de Interés Cultural y Ambiental a la exposición “Proyecto Long Play”.
La entrega del atributo se llevó a cabo en el salón San Martín y contó con la presencia del legislador, Vicepresidente 3°, impulsor de la iniciativa parlamentaria Roy Cortina (Partido Socialista); el fotógrafo Marcelo Gurruchaga, el biólogo y artista visual Diego Gallotti y la creadora y bióloga Marta Elisetch.
En el inicio de las alocuciones, Cortina afirmó que transformaron una idea en una iniciativa colectiva sin precedentes. “En este proyecto no hubo un simple reciclaje, aquí una obra de arte musical transmutó en otra obra de arte agregando un eslabón de significado poético”, sentenció.
Luego, Gurruchaga agradeció al cuerpo Legislativo por la mención. En tanto, Gallotti comentó: “me parece importante que se estimule la producción artística y haga estos actos porque en épocas de crisis económica, la cultura tiene una incidencia económica muy importante”. Y resaltó la oferta cultural con la que cuenta la Ciudad Autónoma.
Elisetch recordó cómo inició el Proyecto Long Play, que “no fue un trabajo fácil” debido a la pandemia y sus consecuencias relacionadas al encierro. “Lo importante es que hubo una gran resiliencia por parte de todos, de ponerse a trabajar. Y hoy me da una satisfacción enorme”, agregó.
Finalmente, informó que a mediados de octubre se expondrá la producción dentro de la sede Parlamentaria y que el año próximo habrá una segunda versión de la muestra.
Proyecto Long Play es una propuesta artística y ambiental, que surgió por iniciativa de Marta Elisetch quien encontró una caja llena de discos antiguos abandonados y decidió rescatarlos para intervenirlos artísticamente. Convocó a los artistas visuales José Otero y Diego Gallotti, a fin que la ayudaran a reunir más creativos. De ese modo, durante un año 24 artistas integraron el proyecto colectivo.
La obra teatral “No tengo tiempo” fue declarada de Interés Cultural
Diputados entregaron la distinción a la pieza que se gestó durante la pandemia.
La Legislatura de la Ciudad distinguió como de Interés Cultural a la obra teatral “No tengo tiempo” para la promoción y defensa de los derechos de las mujeres y diversidades.
La distinción se llevó a cabo en el Salón Presidente Perón y fue impulsada por el legislador Claudio Américo Ferreño (Frente de Todos). También se hicieron presentes las legisladoras integrantes del mismo bloque Lucía Maia Daer y Laura Velasco; la socióloga y autora de la obra María Pía López, la diputada mandato cumplido y Ciudadana Ilustre Dora Barrancos y la actual directora ejecutiva del Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos (DDHH) Fernanda Gil Lozano.
Previo a la entrega de la declaración de interés, se presentó un panel para pensar y reflexionar sobre las discusiones que se trazan en la obra. Allí la legisladora Velasco afirmó: “los DDHH hoy se actualizan como derechos sociales y de género». En el contexto actual, agregó que “la justicia social también es justicia sexual”.
Por su parte, Barrancos destacó que “es maravilloso que la Legislatura se comprometa con temas tan importantes como éste” y que son iniciativas para que el mundo “no se barbarice”.
En tanto, Gil Lozano criticó el contexto histórico del rol de la mujer. Mientras que Pía López resaltó la obra como una puesta “incómoda que irrumpe contra toda idea moral”. Y concluyó: “el teatro no tiene por qué ser cómodo, moral ni ejemplar”.
«No tengo tiempo» es una obra escrita por María Pía López, basada en una novela homónima editada en 2010. La puesta teatral es dirigida por Cintia Miraglia y cuenta con la actuación de Carolina Guevara y Leticia Torres. En ella se trata el paso del tiempo y su carácter amenazante. Mujeres que se desvelan por ese paso cotidiano y existencial, por el cuerpo que envejece, los años que pasan y los hijos que no llegan.
El tiempo pasa y en cada momento hay coerciones y mandatos sobre cómo se debe vivir, como la permanencia de la juventud, la fertilidad, una corporalidad deseable, la enfermedad y la vejez, entre otros. La obra trata crítica y humorísticamente esos mandatos, pero también los modos en que son vividos y asumidos como deseos propios o disparadores de una lógica de consumo y apropiación cultural.