Recordaron a los militantes populares Estela María Moya, Gustavo Gaya y Ana María Pérez en avenida Forest 1010, en el barrio de Chacarita.
“Aquí fueron secuestrados los militantes populares Gustavo Gaya, Ana María Pérez (embarazada), Estela María Moya (asesinada) el 14 de septiembre de 1976 por el terrorismo de Estado. Barrios por Memoria y Justicia”, la nueva Baldosa por la Memoria fue colocada el sábado pasado en avenida Forest 1010, en el barrio de Chacarita.
El sábado pasado fue colocada la baldosa en memoria de la familia del militante de HIJOS, Ernesto Gaya, frente al edificio en el que los genocidas asesinaron a su madre, Estela María Moya y secuestraron y desaparecieron a su padre, Gustavo Gaya, y su tía, Ana María Pérez, militantes del PRT-ERP víctimas del terrorismo de Estado de la última dictadura cívico militar.
La colocación de la baldosa reunió a un numeroso grupo de personas en un acto cargado de emoción. Quienes pasen por ahí verán está marca de la memoria que cuenta que el 14 de septiembre de 1976 fue cometido un operativo y los genocidas asesinaron a Estela María Moya y secuestraron y desaparecieron a su compañero, Gustavo Gaya y a Ana María Pérez (embarazada de 8 meses), pareja de Ricardo Gaya, desaparecido el 30 de julio de 1976.
Ernesto, de 15 meses de edad, fue entregado a sus abuelos. Gustavo y Ana fueron llevados al centro clandestino Orletti; lo mismo habían hecho con Ricardo. Los tres fueron asesinados y sus restos fueron introducidos en tambores que los genocidas rellenaron con cal y cemento y tiraron en el Canal de San Fernando, al igual que hicieron con otras cinco personas que también habían estado desaparecidas en Orletti.
Allí los encontró la Prefectura Naval Argentina el 13 de octubre de 1976. No se los identificó y fueron enterrados sin nombre en el Cementerio Municipal de San Fernando. En 1989, con un peritaje del Equipo Argentino de Antropología Forense, los restos fueron identificados como pertenecientes a Ana María del Carmen Pérez y a Ricardo y Gustavo Gaya. El peritaje del EAAF determinó que Ricardo y Gustavo habían muerto como consecuencia de la destrucción de masa encefálica producida por herida de arma de fuego, a partir de disparos efectuados a corta distancia de las víctimas.
Respecto de Ana María, se determinó que su muerte se debió a un shock traumático-hemorrágico producido por tres disparos de arma de fuego en la zona pelviana, y en su vientre se encontró a su bebé, en posición de “preparto”. En los tres casos se concluyó que las heridas eran compatibles con homicidio.